jueves, 1 de agosto de 2013

Prana

¿Existe realmente una “energía vital” que armoniza nuestro cuerpo y sus funciones  posibilitando  por tanto el equilibrio o homoestasis  global y aquella energía sutil (prana) que según el misticismo hindú se constituye en el “soplo de vida”?
Cuando investigué la información al respecto  disponible en los textos y apuntes del instructorado de Yoga, llegué a varias conclusiones ,que, por ser propias  y no científicas, deben ser tomadas como tal, es decir, como el producto de conocer la fisiología humana y adquirir conocimientos  de la “fisiología sutil” que el camino del Yoga nos deja  en su aprendizaje. Entre otros , mis recordados debate en el tema ,con dos ilustres maestras ( Las Lic. Maité Fernandez  de Bobadilla y Roxy Griel),   me acercaron pistas importantes para entender mejor estos textos.
Primero veamos el origen básico del Prana.  La palabra tiene sus orígenes  mas de 1400 años AC en el más antiguo de los 4  libros Vedas  (el Rig-veda) escrito probablemente en  la región del Panyab en el Valle del Río Indo donde se encontraron en antiquísimas ciudadelas  (Harappa y Mohendaro) sellos con imágenes de personas en posición de loto meditando por lo que se le asigna a la alegoría  la cuna del yoga. Prana del sánscrito (aspirar, completar, en el sentido vital o bien hálito de vida , en sus múltiples acepciones ) sería la manera más eficiente de ingresar energía pránica al organismo.  No olvidemos que durante muchos siglos estos conocimientos se transmitieron en forma oral, recién en los libros védicos fueron escritos por lo que podrían haber matices de interpretaciones.
Restos actuales de la ciudadela Mohendaro

La primer pregunta que me hice y aun persiste sin respuesta la vierto porque genera inquietud y por tanto entusiasma.  La energía pránica ingresa a nuestro cuerpo principalmente  por la respiración y los alimentos (de aquí el Pranayama, la técnica yóguica que maneja la energetización a través de ejercicios respiratorios). Una vez en nuestro cuerpo circula por canales (nadis) que la conducen a diversos  “nudos energéticos” (Chakras).  Los más importantes se alojan en sentido ascendente desde la pelvis hacia la cabeza y se van diferenciando en cuanto a sus funciones. Según la fisiología sutil la acumulación o liberación de prana en estos sitios se relacionan con el estado sicofísico espiritual de su portador.
Los primeros canales de ingreso y circulación del prana al organismo según los textos sánscritos fueron a través de tubos (tráqueas, bronquios, esófago, vasos sanguíneos, etc). Luego en la edad media el ocultismo occidental sugirió una teoría de que en realidad estos canales no eran orgánicos sino sutiles,  que eran miles y  no identificables por metodología científica.
La primer pregunta entonces, si la fisiología humana  demostrada por  modo científico  tiene cientos de funciones ,  hormonas, neurotransmisores, enzimas, anticuerpos, mensajeros  etc. pero carece de un ente regulador único que coordina todo, porque no , una energía no fisiológica, que no dependa de ningún control y sea sutil (no demostrable con la metodología científica disponible a la fecha ) pueda ser la responsable de semejante equilibrio?.
Si ya se ha  demostrado que estamos compuestos por energía y partículas subatómicas que giran a velocidades incalculables en un campo cuatri-dimensional que interactúa dinámicamente con “todo “lo que nos rodea, porque no aceptar que esta energía pránica es la que armoniza  nuestras funciones vitales
Que ocurre en la muerte?. En forma casi simultánea  se empiezan a derrumbar todos los mecanismos de equilibrio de todas las distintas fisiologías. Fallan las defensas inmunes, fallan los mecanismos de control cerebral de funciones vitales y por último, cesa la actividad cardiorrespiratoria.
Es tan grande el equilibrio que debe existir para que no colisionen tal variedad de funciones que también es sencillo que ante un gran desequilibrio el derrumbe  sea masivo.
Respecto del Prana , además, podemos decir que NO está relacionado directamente con el estado de oxigenación de nuestro cuerpo. Es muy común leer en sitios de internet que hablan de Prana y lo relacionan a la oxigenación.
Al respecto, yo mismo puedo desnudar esta relación en tanto y en cuanto hemos realizado  un trabajo de medición de oxigenación sanguínea en diferentes ejercicios de pranayama  en 18 yoguis avanzados y no hemos encontrado  ninguna variación, antes, durante y después de las distintas técnicas respiratorias. La sensación de bienestar y relajación que producen estas técnicas no provienen del oxigeno sino del prana incorporado.
Respuestas que no encuentro, también válidas, es que ocurre con la energía vital cuando perdemos la vida…se consume ¿ se libera?. Sea cual fuere la respuesta final  hay una observación que los médicos nos hacemos muchas veces en nuestro ejercicio profesional.

 Existe un soplo vital?
Mi respuesta es, desde ya , afrimativa. Existe un hálito de vida que nace cuando nos conciben, nos “regula” cuando vivimos y nos abandona cuando morimos. UN hálito que carece de la dimensión  tiempo. Un soplo de vida que hay días que nos entusiasma y nos hace sentir plenamente vitales y otros días que se diluye y nos hace sentir sin energía. , débiles y tristes.
Hasta la fecha no he encontrado mejor respuesta terapéutica que el yoga para preservar dicha energía. Obviamente la estabilidad emocional y nutricional y el buen estado físico contribuyen al sentirse energetizado. Pero si a eso le agregáramos estas milenarias técnicas nuestro bienestar sería mucho más poderoso. Soy médico de cabecera de muchos practicantes de Yoga y visitan mi consultorio con escasísima frecuencia, por algo debe ser.

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