Los años no llegan solos
En una anterior entrega hablamos
del envejecimiento desde lo psicosocial.
Hoy nos referiremos al
envejecimiento biológico.
Los procesos biológicos de
nuestro organismo envejecen “normalmente “con la edad.
Estos cambios son predecibles y
aumentan la susceptibilidad a las enfermedades.
A su vez, distintos organismos
envejecen de modo diferente dependiendo de factores ambientales, genéticos,
estilo de vida y exposición a distintos agentes nocivos.
Un estudio Danés evidenció que
los factores ambientales son más importantes que los genéticos aunque, para
llegar a edades avanzadas (90 100 años) si se requiere buena genética.
Otro de los ritmos normales que
se altera con la edad es el circadiano, aquel vinculado al ciclo vigilia sueño
entre otros. Es bien conocida la necesidad de dormir más de los jóvenes.
El ritmo de secreción de la hormonas de crecimiento, melatonina,
cortisol y las gonadotropinas (vinculadas
a la producción de óvulos y espermatozoides ) entre otras se atenúan con la
edad.
Con los años también se altera la
capacidad de “resetear” los fotoperíodos que se producen por ejemplo en los
viajes de larga distancia. (Jet lag). Recuperar el ritmo sueño- vigilia cuesta
más.
La pérdida de complejidad con los años deterioran la capacidad de
reacción al stress, las variaciones de la frecuencia cardíaca, presión arterial
y de las frecuencias auditivas y electroencefalográficas.
Los desafíos al equilibrio
interno (homeostasis) encuentran disminución en las reservas habituales. Este
concepto se denomina homeostenosis y
consiste en el aumento de la vulnerabilidad ante las enfermedades con el correr
de los años.
Un ejemplo frecuente es el
delirio o la confusión en los ancianos al internarse en un evento agudo que
puede ser desde un ataque cardíaco a una infección o una hemorragia. Las
reservas anti-confusión o delirio están agotadas y el equilibrio queda más
lejos.
En parte somos vulnerables con
los años por la energía que usamos para compensar ese envejecimiento normal
cosa que no sucede en jóvenes.
La médula ósea productora de las
distintas células sanguíneas tiene menos células progenitoras y más grasa. Esto
disminuye, en parte, las defensas del organismo ante diversos ataques externos.
Comparando estos “nidos de
células” hay un 30 % menos en ancianos que en jóvenes. De este modo, la
repoblación de células tras una pérdida es mucho más lenta en mayores de 65
años , por ejemplo para recuperarse de una quimioterapia.
En cuanto a la coagulación se
producen dos fenómenos, por un lado las plaquetas (partículas responsables de
formar coágulos responden más lentamente en los sangrados pero simultáneamente
la edad avanzada presupone un estado pro-coagulatorio al incrementarse
distintos factores de coagulación por un mecanismo inflamatorio propio del
envejecimiento.
Los riñones a los 75 años ya han
perdido “normalmente” un 35% de su función.
El tubo digestivo se va
deteriorando desde la dentadura y la deglución hasta la función anal.
Las mucosas de todo el tubo
digestivo pierden efectividad y aparecen todo tipo de trastornos funcionales
sobrellevados de distinta manera por los pacientes. Ni hablar de la piel , , su
textura y elasticidad se compromete y aparecen todo tipo de lunares, estrías, verrugosidades,
etc., etc.
El sistema cardiovascular se debilita y deterioran quitándonos reserva
y limitando nuestra funcionalidad.
Quizás los pulmones sean los más
nobles si no hemos fumado o vivido en una ciudad llena de smog y la falta de aire habitual en una subida,
por ejemplo, no suele ser por déficit respiratorio sino por el cardiovascular.
Nuestro cerebro se va atrofiando
y las cavidades normales de líquido cefalorraquídeo van creciendo a expensas de
la pérdida de masa gris. Nuestra memoria y brillo intelectual se va perdiendo.
Como vemos y como era de prever,
el envejecimiento afecta todo el organismo.
Disminución de respuestas, o
respuestas exageradas, deterioro de la masa muscular y ósea y todo tipo de fragilidad,
vulnerabilidad, discapacidad para enfrentar situaciones de urgencia,
intolerancias medicamentosas etc. nos
atacan en la vejez.
Cual debe ser la respuesta del
ser humano frente a este indeseado estado?
En primer plano la necesidad de
cuidarse.
Algunos ancianos que llegaron a cierta edad
renuncian al cuidado de su salud. Argumentan que ya llegaron y se
entregan a peligrosos hábitos eventualmente dañinos.
Estos pacientes deberían saber
que, por ejemplo, la mortalidad por un infarto cardíaco o cerebral se duplica con el correr de los años. O que
lo mismo ocurre con una simple neumonía.
Por esto la obligatoriedad de la vacunación antigripal y anti neumonía
para los adultos mayores y el cuidado de los factores de riesgo.
Los pacientes de edad y sus
familiares deberían enfocar la importancia de la prevención de accidentes. Para
ello es menester poner acento en el ambiente donde se desenvuelven, el calzado
que usan y si tienen o no problemas de equilibrio o movilidad.
Una fractura de cadera o un traumatismo
de cráneo suelen ser ominosos.
Ni hablar de asegurar la
sustentabilidad de la provisión de sus medicamentos.
El adulto mayor , por último debe
saber que tiene una ventaja respecto de los más jóvenes.
Ya ha llegado.
Están allí al final del camino con
experiencia y capacidad de observación.
Pueden leer lo que ocurre y compararlo con su historia de vida.
Tomado esto como suena , la vejez
es un estado ventajoso. Por un lado, la falta de rutinas y esfuerzos laborales
y por el otro el merecido descanso.
Para llegar a disfrutar de esto
hay que saber que hay límites y que transponerlos es riesgoso.
Un anciano no puede conducir a
una velocidad alta, no posee reflejos para imprevistos, como alegoría, la vida
misma es una conducción. Vivir a un ritmo superior al posible entraña un
riesgo. Los sentidos se han deteriorado
y esto es peligroso para propios y extraños.
La historia de vida y el
deterioro cognitivo son los que mandan el ritmo de la inserción en la familia
pero, sin duda, aquellos abuelos que
tienen una familia continente viven más y mejor.
A aquellos afortunados que la
buena genética los proveyó de salud a avanzada edad hay que decirles que esto
no los libra del cuidado. En ocasiones vemos morir octogenarios que estaban
impecables y por no cuidar sus factores de riesgo fallecen en forma súbita
cuando con una o dos pastillas podrían haber evitado la muerte y disfrutar de
unos cuantos años mas de vida.
Corolario. No por ser anciano hay
que descuidarse.
Ya llegaron a donde todos
queremos llegar.
Transmitir la experiencia y el
afecto a sus descendientes y ver en ellos la vida que contribuyeron a crear no
es una pequeña cuestión. Es un premio a una trayectoria.
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